Mi segunda publicación en antología

Este año 2024 participé en un concurso de microrrelatos donde no gané, pero sí conseguí que mi escrito fuera publicado en el libro de la antología que recopila los mejores.

En mi primera publicación en antología tuve más que contar, aquí fue mucho más sencillo. Vi el concurso, como muchos otros, y un día se me ocurrió un microrrelato que escribí y encajaba en la extensión que pedían. Lo envié y me despreocupé. Meses después me llegó un correo electrónico donde hablaban de los microrrelatos seleccionados que entrarían dentro de la antología. Entre muchos nombres encontré el mío.

Me alegró mucho esa pequeña victoria, no había ganado pero tendría una publicación más en papel, que para mí es suficiente. Es un pequeño paso más, una forma de demostrar que, aunque lenta, estoy avanzando. También algo más que añadir a mi experiencia de escritora y que pueda mostrar a los demás.

Cuando me llegó me gustó todavía más. El otro libro de antología en el que pude publicar es pequeño y muy fino, tiene aspecto de "libro normal", pero no termina de ser profesional. Este, en cambio, tiene un tamaño normal de libro y muchas más páginas, una extensión normal y un acabado profesional. Me hace pensar que es más real mi publicación, más cerca de lo que se suele entender por publicar.

Y, algo que no pensé que tendría que decir, mi segundo apellido está bien escrito.


Recuerdo

Mis nietas se sorprenden mucho cada vez que hablo de los inviernos de mi infancia. Les cuesta creer que la nieve era un fenómeno natural, que caía sola del cielo y llenaba de blanco la ciudad. Aquel día que suspendieron las clases por una gran nevada. Ese otro donde tuvimos que poner las cadenas al coche dentro de la ciudad para regresar a casa. La nieve me llegaba hasta las rodillas, colándose en mis botas. Los ángeles y muñecos de que hacía en el parque frente donde vivía y las peleas de bolas de nieve construyendo fuertes. La cima de la montaña permanecía todo invierno y más de color blanco. A ellas les brillan los ojos con esas historias, pues la nieve solo la conocen de las grandes naves privadas donde la recrean en la época menos calurosa del año. Me alegra hacerlas sentir así de fascinadas, pero siempre que recuerdo acabo echando mucho de menos la verdadera nieve.


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