A muchas personas les puede asustar la palabra diagnóstico, cuando no debería ser así, sobre todo en el caso del autismo. Sí es cierto que puede hacernos sentir mal, o incluso afectar a nuestro entorno. Sin embargo, esto debería verse más bien, no como una etiqueta que nos encasille o nos limite, sino como la puerta que nos conduce a un camino para poder comprendernos, respetarnos y cuidarnos. Es una herramienta para saber quién somos y cómo funciona nuestro cerebro. Y con todo ello, nuestro entorno también puede aprender a respetarnos y ayudarnos.
En mi caso el diagnóstico, tener finalmente esa confirmación de que era autista, fue además un alivio. Dio respuesta a cómo me había estado sintiendo toda la vida, a comprender que no había nada malo en mí. Ahora puedo cuidarme más, conocer bien mis límites y no sentirme mal si algo me afecta demasiado o no llego a donde se supone que debería llegar.
Por eso yo animo a buscar un diagnóstico si alguien se está haciendo preguntas, sea de autismo o de cualquier otra neurodivergencia. Lo mejor es salir de dudas, quitarnos el estigma y atrevernos a comprendernos.
Sé que es algo grande y complejo, que a veces no se sabe muy bien por dónde empezar. Por desgracia, no hay mucha información al respecto, de modo que aquí vengo a aportar mi granito de arena por si a alguien pudiera servirle.
Hay dos vías posibles a seguir para obtener tu diagnóstico:
- La vía pública. Primero tienes que ir a tu médico de cabecera para pedir que te deriven a Salud Mental. Una vez allí, el psiquiatra o el psicólogo hará las pruebas necesarias para la valoración y emitirá un diagnóstico. Y de ahí, si quieras, habría que ir al centro base para solicitar la discapacidad.
- Lo bueno de esta vía es que no tienes que pagar, se hace todo por el sistema público.
- Lo malo es el tiempo. Puede haber mucha espera entre cita y cita, y además la sanidad pública no está pasando precisamente por su mejor momento.
- También puede haber otro problema que no debería existir y es la falta de formación, sobre todo actualizada, sobre autismo. Algunos profesionales de la salud pública todavía tienen prejuicios que pueden llevar a negaciones de diagnóstico en aquellas personas que no cumplimos a simple vista con lo que creen que es el autismo.
- La vía privada. Aquí vas a centros especializados privados o asociaciones de autismo, donde tienen profesionales cualificados y actualizados para la elaboración de las pruebas diagnósticas. Después de obtenerlo, tienes que ir a la vía pública, es decir, al médico de cabecera para que te derive al psiquiatra o psicólogo, que será el que lo valide y te lo añada a tu historial médico. Con eso puedes ir luego a solicitar la discapacidad.
- Lo bueno de esta vía es que recibes una respuesta mucho más rápido, más o menos pronto dependiendo de la capacidad del centro.
- Otra cosa buena que tiene es que son profesionales que entienden bien a las personas autistas.
- Lo malo, obviamente, es que debes pagar y no es precisamente barato dependiendo del lugar.
- También tiene más pasos sí, pero te metes en la vía pública sabiendo ya que eres autista.
- Una primera con los familiares. En concreto fue con mi madre, donde la preguntaron sobre mi vida pasada y la presente en busca de esas señales y rasgos que habían pasado desapercibidos.
- Una segunda con la persona autista. A mí me hicieron responder preguntas sobre mí, tests y juegos mientras me observaban.
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