Publicar un libro no es nada fácil, mucho menos si es el primero y no tienes esa ayuda que significa ser alguien conocida o tener un buen número de seguidores en tus redes sociales. Aun así, por algún lado hay que empezar.
Empecé a escribir Campanillas de invierno mientras a su vez estaba con otra novela de la que no paraban de darme bloqueos, era la primera vez que intentaba hacer algo serio y original con el fin de conseguir publicarlo, así que supongo que de ahí me venían las dudas. No era la primera vez que escribía una novela, unos meses antes por fin había conseguido completar el fanfic con el que llevaba más de cuatros años publicando en internet. Y de otro fanfic precisamente me vino la idea para esta historia.
En ese momento, y todavía a día de hoy, tengo otra historia fanfic en Wattpad, aunque en ese caso es un recopilatorio de one-shots que la mayoría siguen una línea temporal. Son un tipo de historias de duración corta, lo que vendría a ser relatos cortos en español, escritos en una única parte. Pues bien, en 2021 escribí uno de los que no seguían esa misma línea temporal, una historia totalmente inventada tomando como protagonistas a dos personajes. Me encantó el resultado, tenía mucho potencial, lo que me hizo preguntarme... ¿Y si utilizo esta trama con personajes propios y la alargo hasta convertirlo en novela? Antes de darme cuenta esa idea estaba gritando en mi cabeza.
Me dejé llevar un poco por la idea y antes de darme cuenta ya se estaban desarrollando los personajes, el lugar y la trama. Entonces mi tema de interés especial era el lenguaje de las flores, lo que hizo que definitivamente lo añadiera a la lista de novelas que quiero escribir en algún momento. El problema fue que ese momento llegó antes de lo previsto. Tenía muchas ganas de escribir esa historia, de dar vida a esos personajes y mostrar al mundo lo bonito que es el lenguaje de las flores.
No tardé mucho en decidirme. Pensé que podría aprovechar esos bloqueos que tenía con la otra historia para escribir esta, una forma de aprovechar el tiempo y no parar. Se suponía que era una historia más sencilla. No era de fantasía, se desarrollaba en un escenario real, tenía pocos personajes y la trama no era muy compleja. Pero, por supuesto, no fue así. La psicología de los personajes acabó siendo más complicada de lo que pensaba, tenían mucha profundidad y pequeños detalles importantes, incluso algunos secundarios. Aparecieron más personajes también importantes, ya no había solo una pareja, sino dos. Y el crear la historia, pensar escenas, unir cada parte importante de la trama, tener cuidado de no contradecirme o repetirme, hacer que fuera bonito y tranquilo a la vez que tenía que haber cosas que hicieran avanzar la relación de los protagonistas... Todo eso es más complicado de lo que parece. Ya lo había descubierto con mi primera novela, el fanfic, pero aquí tenía que hacerlo mucho mejor, preocuparme mucho más.
Al final, no pude salir del último bloqueo de la otra historia y esta estaba más avanzada, en teoría era la más fácil de las dos, por lo que decidí pausar esa para centrarme del todo en esta. Me llevó como un año entero terminarla de escribir desde que puse la primera palabra. Es un tiempo razonable, al menos desde mi punto de vista, era mi segunda novela, la primera original con el fin de publicarla, con sus 150.000 palabras aproximadamente. Lo sentí un gran logro, un paso más en mi carrera de escritora que me llevaría a donde yo quería.
Escribí la primera parte, me la releí para corregir. Escribí la segunda parte, me la releí para corregir. Una vez terminado, otro repaso más, esta vez reduciendo palabras. Ya la tenía lista para enero, justo cuando empezaban la mayoría de recepciones de manuscritos de las editoriales donde podía encajar mi historia, solo tenía que asegurarme de que no se me hubiera escapado alguna falta y que entrara en el máximo de palabras que algunas pedían. Ahí comenzó lo que pensaba que sería más fácil, enviarla a editoriales, pero que también es una parte complicada.
Me hice una lista de enlaces con todas las editoriales que me gustaban, señalé en las que tenían la recepción abierta o me apunté la fecha de cuándo la abrían. Lo siguiente era ir una por una viendo su catálogo para ver si mi historia encajaba. Después me tocaba leer detenidamente las reglas para ver si cumplía (algunas veces solo pedían cierto géneros, audiencia o intervalo fijo de palabras). Una vez me aseguraba, veía cómo querían exactamente que se enviara (en word o pdf, por correo normal o email). Lo más complicado eran los extras.
Había editoriales que solo pedían el manuscrito. Otras que pedían información de la autora, que tenía que ser de una determinada forma o no especificaban. Pedían una sinopsis o un resumen de toda la trama, algunas incluso especificando la duración máxima del mismo. Incluso pedían los datos personales o las redes sociales. A veces el curriculum de la autora (si has publicado ya, si has escrito otras cosas, si has ganado premios....) Pero lo que más difícil se me hizo fue crear una propuesta editorial.
La propuesta editorial es un archivo pdf bonito y llamativo visualmente, muy importante estas dos cosas, donde hables de la historia e incluyas sus datos. Debes poner cuántas palabras y páginas tiene, los temas que trata, el público al que está dirigido, el estilo de escritura y narrador, la trama, una sinopsis, un resumen de la historia completa, la razón por la que lo has escrito, la ambientación, lo que pretendes mostrar con ella, su estructura... Y si además de todo eso obligatorio metes extras como imágenes o vídeos de los personajes o el lugar, incluso canciones, tienes más puntos.
Sí, tu trabajo no solo es escribir, también es saber de diseño y marketing para venderles tu obra a las editoriales. Y no queda ahí, hay más cosas que comentaré en una futura entrada. Yo tuve que recurrir a Canva y a pedir ayuda para crear una bonita propuesta editorial, me llevó mucho trabajo. Dejo por aquí cómo era, ahora que ya no me sirve.
Dediqué un año entero a enviar mi manuscrito a todas las editoriales posibles. Me apuntaba los plazos en los que abrían, los extra que pedían y el enlace o correo electrónico para enviarlo. En teoría dicen que hay un plazo de seis meses para que te envíen una respuesta, si pasan ese tiempo y no has recibido nada debes suponer que lo han rechazado, aunque puedes esperar un año entero por si acaso. Y aquí dejo los datos tan positivos:
- Lo envié a 16 editoriales en total.
- 1 acabó cerrando a los meses.
- 2 editoriales que no pedían la novela entera, solo veinte o treinta páginas, me lo rechazaron.
- 5 editoriales me lo rechazaron, de las cuales solo una de ellas no era un mensaje general, sino que por cómo hablaron de ella se molestaron en leerla y enviarme un email personalizado.
- 8 editoriales ni se molestaron en responder y al año supuse que había sido un no.
Sobra decir que de las que tuve mejor trato y esfuerzos, que se molestaron en abrir de forma llamativa su recepción, sus bases y su lugar para enviar, así como de las que me respondieron, fueron las editoriales pequeñas e independientes, donde más me hubiera gustado publicar.
Un año después y viendo todo eso, que ya desde el inicio no tenía muchas esperanzas, fue cuando me empecé a plantear autopublicarla. Me informé bien de las opciones que había y me vi muchos vídeos de autoras contando su experiencia. Era complicado, tenías que hacerte tú todo y poner todo el dinero, pero a la vez tenías mucha más libertad y control sobre tu libro, además de ganar un poco más de dinero por cada venta. Para empezar en este mundo está muy bien. Encontré una editorial de autopulicación que hablaban muy bien de ella y tenía buena pinta, sobre todo el que fuera impresión bajo demanda.
Empecé haciendo una corrección exhaustiva, palaba por palabra hasta las casi 150.000, buscando cualquier falta o palabra mal escrita que se me hubiera pasado. Esto me llevó meses y mucho esfuerzo, pero no podía permitirme un corrector.
Una vez tuve el texto definitivo encontré a una persona que me lo maquetara. De haberlo hecho yo me hubiera llevado todavía más tiempo en entender cómo funciona y colocarlo, y aun así no me hubiera quedado muy profesional.
Por último busqué a una ilustradora que pudiera hacerme una bonita portada y los dibujos interiores. Nunca me cansaré de mirarlo, me encanta la portada que me hizo, le quedó muy bien.
Una vez tuve todo listo, solo me quedó hacer el libro en sí y publicarlo en esa editorial. ¡Ya tenía mi primer libro, tanto en físico como en electrónico!
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