Salud mental en personas autistas

Nadie está exento de padecer algún problema de salud mental a lo largo de su vida, pero las personas autistas somos uno de los grupos vulnerables. La sociedad no está diseñada para nosotros, lo que nos lleva a pelear durante toda nuestra vida por poder encajar en ella. Este sobreesfuerzo, con el tiempo, acaba repercutiendo en nuestra salud física y mental.

El someternos continuamente a estímulos que nos saturan y agotan, el no entender qué nos pasa o no saber cómo pedir ayuda cuando incluso la gente a nuestro alrededor no sabe tratarnos, puede hacer que desarrollemos algún tipo de ansiedad al estar siempre alerta o sin saber lidiar con los estímulos que nos molestan. Como ansiedad generalizada o agorafobia.

Los problemas en la comunicación y la incomprensión de la sociedad que puede llegar incluso a bulliying y puede hacernos desarrollar ansiedad social, entre otras muchas cosas. Y que ello repercuta luego en nuestra vida adulta como no poder haber acabado los estudios o tener siquiera miedo de volver a una clase. Eso sin hablar de los problemas de mobbing que pueden darse en el trabajo, si es que se llega a tener un trabajo, ya que muchas personas autistas se ven superadas por eso e incapaces de trabajar debido al agotamiento. Todo esto puede hacer difícil ser independientes.

La soledad, la incompresión, la frustación, el no encajar, el no poder tener o mantener un trabajo, los problemas sensoriales del día a día... Puede hacer que con el tiempo se llegue a desarrollar depresión.

Dentro de las personas autistas, los que somos nivel de apoyo uno, lo tenemos incluso peor. A muchos se nos diagnostica tarde, ya que aparentemente no tenemos problemas. Crecemos sin adaptaciones por no saberlo, incluso a quienes sí lo saben se las pueden negar, o ellos mismos no atreverse a pedirlas, porque los demás digan que no las necesitan. Esta falsa creencia es debida precisamente a la mayor facilidad que tenemos para hacer masking y adaptarnos a la sociedad, algo que mantenido a largo plazo puede ser muy perjudicial. Y las mujeres lo tienen todavía más difícil como ya expliqué debido a su infradiagnóstico. No por nada, este en este nivel de apoyo uno tenemos una tasa de suicidio preocupante.

Crecemos con esa sensación de que no terminamos de encajar, nos frustramos y nos echamos la culpa cuando no nos comportamos como el resto, cuando no llegamos a lo que queremos. Ese sobreesfuerzo mantenido a lo largo del tiempo puede derivar en un fuerte burnout, que es un agotamiento físico, sentimental y mental, que unido a la baja autoestima y al no lograr nuestros objetivos, puede hacernos desarrollar depresión. Muchos autistas de nivel uno descubrimos nuestro diagnóstico en esa etapa, cuando ya estamos muy mal y no conseguimos dar con la causa, como me ocurrió a mí.

Es decir, el enmascarar mejor nuestros rasgos autistas y el poder adaptarnos algo mejor a la sociedad en apariencia, es un arma de doble filo. Algunas veces nos ayuda, pero otras muchas nos perjudica, sobre todo cuando nos niegan nuestras adaptaciones, nos tratan de exagerados o incluso niegan nuestro diagnóstica, sin saber todo el sobreesfuerzo y agotamiento que hay detrás.

Debemos cuidar nuestra propia salud mental, por supuesto, más conociendo que tenemos más riesgo de sufrir problemas de salud mental, pero no es suficiente. Sin una sociedad inclusiva y empática, que nos dé las ayudas y facilidades que necesitamos, que nos acepten, todo esto seguirá pasando, nosotros seguiremos sufriendo en silencio.


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